8 de junio, día mundial de los océanos

En CEIB celebramos el día mundial de los océanos, uno de los ámbitos con mayor potencial de futuro y que constituye una de las principales líneas de trabajo del Consejo de Empresarios Iberoamericanos

Tortuga marina

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La economía azul es uno de los ámbitos con mayor potencial de futuro y constituye unas de las principales líneas de trabajo del Consejo de Empresarios Iberoamericanos-CEIB, teniendo en cuenta el gran auge y relevancia del sector en los últimos años.

Buena muestra de ello es la II Conferencia de los Océanos de Naciones Unidas (UNOC), que se celebró el año pasado en Lisboa y que contó con la participación de delegaciones de 150 países. En el marco de este evento, Sanda Ojiambo, subsecretaria general de Naciones Unidas y directora general del Pacto Mundial destaca: “el compromiso asumido por 150 empresas de la economía azul pone de manifiesto la voluntad del sector privado de apoyar el ODS 14. Unos océanos sanos y productivos dependen de que todos los actores pongan de su parte. Me siento esperanzada por estas empresas y su compromiso de integrar la salud de los océanos en sus estrategias corporativas”.

Y desde CEIB, nos sentimos esperanzados también con el enfoque que se le está dando a este sector y la importancia de invertir en él cada vez más. Para los que no están familiarizados con el tema, la economía azul consiste en “maximizar las oportunidades de los océanos, y con ello mejorar el bienestar humano, y la equidad social”, y está centrada en iniciativas que reconocen “la importancia de los mares y océanos como motores de la economía por su gran potencial para la innovación y el crecimiento”, tal y como la cataloga la Comisión Europea.

Glaciar

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Manta

Una gran oportunidad para Iberoamérica

Nos encontramos ante una gran oportunidad de reorientar las actividades que dependen de los océanos hacia una senda sostenible, eficiente con los recursos, resiliente y competitiva, y sin duda, debería ser prioritario para todas las naciones, también para Iberoamérica.

Estaríamos hablando de apoyar a más de un 80% de los habitantes del planeta a la hora de aprovechar las ventajas que puede traer consigo el desarrollo de la economía azul, más empleos y una apuesta por la salud: energías limpias, seguridad alimentaria, etc. Más de 3.000 millones de personas en el mundo dependen de la biodiversidad marina y costera.

La OCDE, en su informe titulado “Sustainable Ocean for All” publicado en 2020, asegura que antes de la pandemia el valor añadido generado por las industrias dependientes de los océanos a nivel mundial podría duplicarse en 2030 alcanzando la cifra de 3.000 millones de dólares, con un especial crecimiento en los sectores de turismo marino y costero, pesca de captura, acuicultura y transformación del pescado, amén de los destinados a las eólicas y portuarias. Actividades que superan ya el 2,5% del PIB global generando más de 30 millones de empleos.

Iberoamérica y el Caribe, regiones estrechamente vinculadas al océano, donde más de 100.000 familias viven directamente de lo que generan industrias como la acuicultura, con un 27% de la población que vive en la costa, debe apostar por este tipo de economías, al igual que lo está haciendo por la innovación, la tecnología y la ciencia, o las industrias culturales (las llamadas economías amarilla y naranja).

Muy vinculada a la economía verde, cuenta, también, con sectores bien definidos: acuicultura y criaderos; procesamiento de especies marinas, construcción naval, equipos portuarios, fabricación de alta tecnología, turismo marítimo y costero; comercio de servicios pesqueros, infraestructuras y servicios logísticos, biotecnología marina; energía oceánica; o la explotación minera de los fondos marinos, entre otros. Todo un panorama que precisa de una regulación clara y uniforme, que permita su desarrollo bajo enfoques que dejen de lado la simple explotación y aseguren la sostenibilidad y la eficiencia.

Desde instituciones como la ONU se ha pedido la movilización de herramientas de financiación para la economía azul. Su máximo representante para los Océanos, Peter Thomson, asegura que “el sector financiero puede jugar un papel determinante en la transición hacia un economía verde y azul y que los sectores público y privado, de la mano, deben acabar con los obstáculos existentes y hacer posibles las inversiones sostenibles”.

Dragón

Colores de la recuperación económica

No debemos olvidar que hay otros colores de la economía a los que prestar atención y que, sin duda, serán protagonistas en el futuro de la región. Además del verde, economía que busca la mejora del bienestar humano, la equidad social, la reducción de los riesgos ambientales, y el desarrollo sostenible rentable, encontramos la economía amarilla, centrada en la tecnología y en la ciencia, con propuestas que apuntan a reducir los costes de producción mediante los avances en la investigación.

El color naranja es el de las economías destinadas a transformar las ideas en bienes y servicios culturales (economía cultural e industrias creativas). El color púrpura representa a las actividades económicas que tienen a la cultura y la identidad del territorio como centro, una economía cada vez más intangible, basada en la creatividad, la simbología, la innovación, o la diversidad humana. En definitiva, una amplia paleta de colores a tener muy en cuenta de cara al futuro, y en la que el color azul de los océanos destaca sin duda.

Las organizaciones empresariales en la región ya contemplan acciones concretas y trabajan en la puesta en marcha de iniciativas y programas. La colaboración público-privada será fundamental para impulsar estas acciones. Desde el Consejo de Empresarios Iberoamericanos-CEIB, en colaboración con los jóvenes empresarios representados en FIJE, ya estamos trabajando en un programa específico, que forma parte ya de una de las líneas de trabajo de cara al XV Encuentro Empresarial Iberoamericano que se celebrará en Ecuador en 2024 en el Marco de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.

En definitiva, en estos nichos de oportunidad es donde reside gran parte del futuro de Iberoamérica. Las empresas son generadoras de riqueza económica, pero sobre todo humana; y desde CEIB tratamos de potenciar todas estas áreas para hacer de que la región una comunidad más cohesionada, integrada, innovadora y sostenible para las nuevas generaciones.

 

Narciso Casado, secretario permanente de CEIB

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